“Con extraordinaria emoción y júbilo comunico a Su Majestad que he descubierto las tumbas en las que, según la tradición, están sepultados Agamenón, Casandra, Aurimedón y sus compañeros, asesinados por Clitemnestra y su amante Egisto durante el famoso banquete que les habían ofrecido…” rezaba el telegrama que había enviado Heinrich Schliemann a Jorge I de Grecia en las navidades de 1876.
Heinrich Schliemann había descubierto Micenas.
Micenas siempre había estado ahí, las rocas de la antigua ciudad no se habían movido con el paso del tiempo y era un lugar bastante localizable gracias a los escritos de Pausanias. Pero Heinrich Schliemann, uno de los padres de la arqueología, «descubridor de Troya», había realizado múltiples excavaciones y se hallaba ante la creencia de haber localizado la mismísima tumba y mascara de Agamenón.
Estando delante del Tesoro de Atreo (padre de Agamenón y Menelao) y contemplando el majestuoso Tholo funerario no puedo dejar de imaginarme la enorme sensación de entusiasmo que habría experimentado Heinrich Schliemann. Descubrir la tumba de Agamenón, rey de los Aqueos, aquel que lideró la coalición Griega en la Guerra de Troya y el cual luchara junto con el mítico Aquiles, es para que a uno se le erice el vello.
La ciudad de Micenas, aquella que naciera sobre el 3000 a.C. y que disfrutase de su máximo esplendor alrededor del 1250 a.C., se encuentra al final de un valle, en un sitio que desprende energía. Las montañas pedregosas que la rodean tienen un encanto que permiten transportarte fácilmente a las épocas arcaicas.
De Micenas podemos disfrutar principalmente de la maravillosa Puerta de los Leones, de la Muralla Ciclópea (la cual se cree construida por Cíclopes, por las piedras de gran tamaño que la conforman) y del Tesoro de Atreo, aquel que Heinrich Schliemann pensara que era el de Agamenón.
Además, dentro de la ciudad podemos encontrar los círculos de tumbas, en una de las cuales se encontrase la dorada «Mascara de Agamenón», la cual podemos ver en el museo de Micenas.
En la parte exterior nos encontramos con grandes tumbas llamadas Tholos (o colmenas) las cuales tienen un corredor que acaba en un espacio circular cubierto por una cúpula. Si bien es verdad, que la mayoría han perdido la parte de la cúpula. Estos son típicos enterramientos de la cultura micénica para sus reyes.
Podéis disfrutar de algunas fotos de Micenas. Además, si no era poco el misticismo de la ciudad, la luna no quiso dejar pasar la oportunidad de saludarnos saliendo tras sus montañas. Idilio perfecto.