Creo que si hubiese descrito cómo iba a ser este año al principio del mismo no habría acertado la trama principal, ni de lejos. Y es que este año se ha convertido en un intenso 2019.

Mi inquietud, mis ganas de afrontar nuevos retos, mi imposibilidad de estarme quiero, el ser inconformista, la necesidad de crecer personal y profesionalmente,… me han llevado a arrancar un nuevo proyecto profesional, pero también un nuevo proyecto de vida al tenerme que ir a vivir a Barcelona.

Este hito ha marcado fuertemente la segunda parte del año y es que el ejercicio de adaptación a la nueva situación y entorno ha llevado su tiempo. Cosas cómo buscar un piso dónde vivir, los tiempos de traslado a los sitios o el «simple hecho» de tener que cambiar todas las rutinas diarias nos han traído más de un quebradero de cabeza.

Si bien, este ejercicio de salida de la zona de confort, acaba aportando más cosas que quitándolas. Modela más el perfil y la forma de ser de uno mismo, le aporta nuevos puntos de vista y pareceres. Te hace más fuerte.

Así, todos mis esfuerzos y tiempo se han volcado en este nuevo e ilusionante proyecto.

Cierto es que tampoco he dejado de lado mis pasiones y he seguido «enredando» con la tecnología y mis webs. Incluso encontré este año un hueco para dar algunas charlas como el «No me toques esas APIs» en el API Days de Madrid.

He podido viajar, algo que me encanta, a sitios maravillosos como Roma, París, Nápoles,… así como sumergirme en un fascinante viaje por Egipto conociendo de primera mano esa cultura milenaria. Pasear por sus templos, ver las obras de ingeniería construidas, disfrutar del paisaje desértico, así como de su cultura y gastronomía ha sido una verdadera experiencia, que espero algún día repetir.

La música y los festivales no han podido faltar. Cabe destacar lo bien que lo pasamos en el Sonorama, tienda de campaña incluida y disfrutando como enanos en el «Vermouth Session».

También he tenido momentos tristes, como la perdida de mi tío Luis. Largo, espigado y tranquilo, siempre me recordaba mucho a mi abuelo, que también se fue joven. Me encantaba escuchar como exponía siempre las cosas de forma calmada y sosegada, pero con una profunda razón. Supongo que me reconforta pensar que se habrá reencontrado con mis abuelos, en algún sitio y que desde allí nos seguirán cuidando a todos.

La distancia tiende al olvido, y es por eso que espero que el haberme ido tan lejos no enfríe mis relaciones personales. Así que tendré que tomar buena nota y trabajar mucho más esta faceta que de vez en vez voy descuidando.

Ahora nos deja este intenso 2019 y nos recibe un más que prometedor 2020.

¡Felices fiestas y feliz año a todos!
¡Bones festes i feliç any a tots!

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